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30 de abril de 2011

William and Kate

Finalmente no llovió. Radiantes y relajados, los novios recorrieron en un carruaje descapotado el trayecto entre la iglesia y el salón de la fiesta. Pero los protagonistas no eran "normales": abuela reina, novio heredero del trono, fiesta en un palacio. ¿Es una historia para envidiar la de William y Kate, flamantes marido y mujer?
"La paradoja de la monarquía es que la cabeza inquieta que lleva la corona -o eventualmente espera hacerlo- disfruta todos los placeres humanos imaginables, salvo la libertad de vivir la vida que elija", explicó Michael White , columnista del diario inglés "The Guardian". Y añade: "convertirse en princesa puede parecer menos admirable como opción de carrera que intentar ser gerente de empresa, pero claramente requiere trabajo duro, sacrificio y autodisciplina".

Si William y Catherine hubieran podido elegir, es posible que el show de ayer no hubiera tenido lugar. No será fácil lograr los "dos años de gracia" que pretenden antes de asumir responsabilidades relacionadas con la corona (muchos monárquicos esperan que la reina abdique en favor de su nieto), pero aparentemente Isabel está dispuesta a darles una mano. La pauta la dio en la cena previa a la boda: "dejó claro que, a sus 85 años, es la que manda en la familia real británica. No permitió que Carlos ejerciera junto a ella de anfitrión", advirtió Mabel Galaz, enviada de "El País" a Londres.

Y no fue el único gesto sujeto a lecturas de augures varios. La misma Galaz resaltó que, contrariando la tradición, el jueves los novios no asistieron a la cena de la reina, "la primera reválida que deben pasar las plebeyas convertidas de repente en altezas".

Los "cronistas de sucesos" destacaron detalles como la decisión de la novia de no ir en carroza a la abadía, su pelo suelto; el paseo en auto deportivo tras la recepción, entre otros, como sutiles indicadores de que intentará, a pesar de todo, gestionar ciertos cambios. "¿Que todo cambie para que todo siga igual"? Es lo que opinan los antimonárquicos. Sin embargo, un reciente sondeo de Ipsos-Mori señala que el 75% de los británicos está en favor de que Gran Bretaña mantenga la monarquía. Y lo cierto es que los republicanos congregaron sólo 200 personas en su gran fiesta "no boda".

¿Quién puede decir cómo saldrán las cosas? Hay mucho en juego; las presiones externas se sumarán a las que enfrenta cualquier pareja, y las expectativas que pesan sobre ellos son muchas. No sorprendería -sugirió "The Guardian"-, que la reina haya mirado a su nieto salir del templo con su esposa y se haya preguntado si no estaba viendo al último rey de Gran Bretaña caminando por el pasillo.

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